[publicado en Visual, nº 165] Madrid no ha sido nunca un ejemplo de promoción del diseño.
Gallardón, en su política de crear espacios mastodónticos para no dotar
después los contenidos, decidió que una de las naves del Matadero sería
para el Diseño. Un regalo envenenado, pero regalo al fin y al cabo.
La Asociación Dimad se encontró con aquel espacio enorme que había que
llenar. El Ayuntamiento exigió que se creara una Fundación con la que
poder firmar el convenio, algo que no deja de ser una práctica habitual.
Nació así la Fundación Diseño Madrid.
En tanto que instrumental, y como no podía ser de otro modo, la Fundación en su gestión se vinculaba a Dimad.
Según puede leerse en el asiento del registro de fundaciones de la CAM: “Fundadora:
La Asociación de Diseñadores de Madrid (…) constituye una Fundación
denominada Fundación Diseño Madrid”. En el artículo 3 puede leerse “La
Fundación se rige por la voluntad del fundador, manifestada en estos
estatutos…”.
Respecto al gobierno de la Fundación, en los estatutos fundacionales de 2007 (art.17) consta que “el presidente y el secretario del Patronato serán el presidente y el secretario de la Asociación Diseñadores de Madrid Dimad”.
Esta fórmula garantizaba que Asocia-ción y Fundación se regirían por
criterios parecidos, y sobretodo dotaba a esta última, aunque fuera por
vía indirecta, de una gestión democrática: habrían de ser los socios de
Dimad quienes al elegir a sus representantes, lo harían también para la
institución que ostenta el convenio con el Ayuntamiento. Hasta aquí,
todo transparente y cristalino.
Dimad ha sido una asociación presidencialista, se diría que casi
personalista. Fue promovida por Manuel Estrada tras fracasar en su
intento de alcanzar la presidencia de la Asociación Española de
Profesionales del Diseño –AEPD–, y en aquel empeño su mano derecha era
entonces Juan Ordax, quien organizaba ferias para IFEMA y precisaba para
ello el apoyo de la representación del colectivo. Durante estos años el
protagonismo del presidente ha sido un hecho, y en el decir de algunos
estéticamente feo, pues no quedaba claro dónde acababa el presidente y
dónde empezaba el diseñador de cabecera del consistorio.
Los estatutos de la Asociación Dimad no contemplan la posibilidad de que
un mismo presidente esté más de ocho años en el cargo. Se han cumplido
ya esos ocho años, y desde hace meses la presidencia la ocupa Pedro
Feduchi.
¿Cómo se produce el asalto?
Recapitulemos. La Asociación Dimad es quien representa a los
diseñadores. Se rige por unos estatutos que confieren a los socios el
control democrático de la misma. En determinado momento, necesitan tener
una fundación para poder firmar con el Ayuntamiento la concesión de la
nave del Matadero. Esa Fundación, en sus estatutos, vincula su gobierno
al de Dimad.
Hasta aquí, todo bien. El Ayuntamiento ha cedido unas instalaciones
públicas a los diseñadores a través de una fundación que es de su
Asociación. La Fundación puede –de hecho, lo hace– explotar
comercialmente ese espacio realquilándolo. Pero de repente, algo suena
raro. A los ocho años de ser presidente de Dimad, Manuel Estrada deja el
cargo, pero sigue siendo presidente de la Fundación. ¿No habíamos
quedado que según sus estatutos son los socios de Dimad quienes eligen
al que ha de ser también presidente de la Fundación?
Y entonces es cuando se descubre el cuidado con el que se ha pergeñado
el asalto. En julio de 2011, los estatutos de la Fundación fueron
modificados. Veamos los cambios:
Se modifica el redactado del art. 17, que como ya hemos visto fijaba que
los cargos de Presidente y Secretario recayeran en quienes ocupen esos
cargos en la Asociación. El nuevo redactado dice: “El Patronato de
la Fundación elegirá de entre los miembros que pertenezcan a la
Asociación Diseñadores de Madrid (Dimad), a quienes ejerzan las
funciones de presidente y secretario”.
Analicemos las consecuencias de este cambio:
La Fundación fue concebida como un instrumento de Dimad y supeditada a
ella. Incluso, según consta en los estatutos, la aportación de los
fondos para su creación fue hecha por la Asociación. La Fundación es
quien recibe y controla los fondos y ayudas, quien “gestiona” la Central
de Diseño, y la Asociación es un mero alquilado.
El Gobierno y la jerarquía de la Fundación ha dejado de estar en manos
de los socios de Dimad, y ha dejado de ser democrática. Con el cambio de
estatutos, ni siquiera se prevé un mecanismo de renovación de sus
cargos, más allá de que sea el propio patronato quien decida renovarse a
sí mismo. En cualquier caso, los socios de Dimad nada tienen que decir
en el proceso, la Fundación es independiente y es el patronato quien
decide.
Perdido el control de la Fundación, la Asociación está supeditada a
esta, quiere decirse que un patronato que no se elige democráticamente,
que no es renovado sino a petición propia, decide sobre un equipamiento
que el Ayuntamiento cree que ha cedido al diseño madrileño. Se ha pasado
de una situación en que la Asociación –controlada por sus socios, como
no puede ser de otro modo– tenía una Fundación supeditada a otra en que
la Asociación es un instrumento de la Fundación y esta ostenta el
control.
Las preguntas que deben ser respondidas
Hasta aquí, los hechos. Quedan ahora muchas cuestiones en el aire: ¿Fueron
los socios de Dimad suficientemente informados y consultados para ese
cambio de estatutos? ¿Tiene sentido que una Fundación creada para
gestionar un equipamiento público esté en manos de una sola persona, por
tiempo indefinido, y cuyo único mérito fue modificar unos estatutos
cuando era presidente de la Asociación? ¿Sabe el Ayuntamiento de esta
nueva situación, y es connivente con ella? ¿Existe alguna posibilidad –y
voluntad para ello– de que desde Dimad esta situación sea revertida,
devolviéndole a los diseñadores el control de la Fundación y con ello el
del espacio público que en su día les fue concedido?
Este blog está discontinuado
Hola. Este blog ya no se actualiza. Pero me pareció bien que todo este material siguiera estando ahí. Por si alguna vez alguien quiere leerlo, y por contribuir a la basura informática.
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Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.
2 comentarios:
después de años me dado de baja de las tres asociaciones a las que pertenecí; la nacional, la catalana y la regional. No benefician en nada, salvo a los que medran en el protagonismo. No me sirven ni sus planteamientos estéticos, ni los funcionales (por ej. abogados) De hecho priman los aspectos visuales y acabamos pareciendo titiriteros en vez de profesionales de la eficacia.
Ese señor es un lobo con piel de cordero, un encantador de serpientes; ya lo comprobé después de su paso por mi ciudad y a plato pagao por la asociación durante su estancia. Y cómo gilis le presentamos el tejido industrial y cultural, por lo que metió la zarpa y engancho a un selecto grupo.
Hay quien no se da cuenta y se les cae la baba con las estrellas del artisteo; y los de esta opinión crítica unos amargaos.
El artículo sobre Manuel Estrada y su 'Asalto al tren del diseño' es fascinante. Me gustó cómo resalta la relevancia de este diseñador y su enfoque en la innovación dentro del diseño gráfico. Sería genial haber visto más ejemplos de su trabajo o cómo su estilo ha influido en otros diseñadores, pero aun así es una buena introducción para quienes quieren conocer más sobre su impacto en la industria.
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