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4.2.07

El extraño caso del manifiesto mutante

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[estas dos imagenes corresponden al pdf de la web de la Fundación Arte y Derecho, han pasado varios días y no lo han cambiado, y a la página de publicidad en El País del 1/2/2007, que la Fundación contrató para difundir el manifiesto]


Todo es política. Permítaseme entonces esta vez escribir de política. El lector paciente que llegue al final, verá que se acaba hablando también de los diseñadores, de VEGAP, del derecho de autor y de la cultura. Y del Trosko.
A los ciudadanos de base, proletarios del sistema democrático, nos quedan pocos resquicios no ya para participar en las decisiones, sino para siquiera ser oídos, más allá del bisiesto ejercicio de la urna. A botepronto, solo se me ocurren dos:
El derecho de manifestación. Anónimo como el voto, es básicamente cuantitativo o de bulto, y como vemos últimamente, tremendamente vulnerable a la utilización torticera por parte de los políticos y los partidos. Como opción que no recomiendo ni dejo de recomendar, renuncié hace años tanto al derecho de papeleta como al de "manifa", reservándolos sólo como recurso último, para casos extremos de indignación o desasosiego.
Así, ya solo me queda el otro, el derecho de manifiesto.
El de manifiesto tiene ventajas: por un lado, permite la adhesión precisa a determinados argumentos, sin posterior utilización intencionada por terceros. Exige mayor compromiso porque la adhesión es firmada e individual, con nombre y D.N.I., y además es pública o susceptible de serlo.
En democracia, el manifiesto es el tercer acto en significación que podemos contraer de compromiso. Los manifiestos son importantes y útiles. Pocas veces unos pocos centenares o miles de ciudadanos podrán perturbar la paz del gobernante como con un manifiesto y su difusión. Precisamente por ese valor, hay que ser escrupuloso y exquisito en su propuesta y su gestión.
Viene todo esto a cuento del manifiesto que propuso esa aristocracia rancia de la creación que es VEGAP. Resulta que había que entregarlo en acto público a la ministra esta semana, y parece claro que sólo las 500 firmas recogidas desde su proclamación hace ocho meses no eran ni aval ni representación, máxime si sabemos que renunciaron al democrático e higiénicamente imprescindible "los abajofirmantes" para sustituirlo por ese otro injustificable, impresentable y manipulador genérico de "los creadores visuales", metiéndonos una vez más a todos en un mismo saco ideológico bastante cuestionable, sin preguntarnos siquiera.
Sospecho que todo eran prisas, y hasta una asociación de diseñadores (no sé a otras) nos llegó el compromiso de modificar el redactado incluyendo a "los diseñadores" a cambio del consabido apoyo. Me lo hizo ver un artista conceptual que anda siempre huyendo de cualquier circuito, al que los amigos cercanos apodamos el Trosko. "debo ser el único artista del mundo que, aunque mal, vivo de mi arte, y mi nombre sigue sin aparecer en Google. Si tu nombre aparece, formas parte del Problema", me escribía orgulloso no hace mucho.
Yo me había reído de la incorporación tardía y chapucera de nuestra profesión al documento, porque me parecía ridícula y oportunista ¿acaso no éramos creadores visuales hace unos meses? En cualquier caso, no me parecía que modificara sustancialmente el contenido. A fecha de hoy, en su web todavía sigue la versión antigua. Pero como decía, me lo hizo ver el Trosko en su último email: "a tí te hace gracia lo de que añadan a los diseñadores a su panfleto, pero es el atentado mayor que he visto contra "vuestro" sistema. Nunca hubiera firmado aquello, pero podría haberlo hecho. Y sabes que yo con los diseñadores o los publicitarios no voy ni a tomar un café, porque sois lo peor, el último escalón de la pirámide del arte, el que usas para limpiarte cuando pisas una mierda. Ahora resulta que los que les prestaron su firma, ven como se la calzan junto a "los diseñadores", los mercenarios que habeis hecho del arte un camino fácil y vendido para haceros ricos, simplemente poniendo vuestra habilidad al servicio del capitalismo por dinero. Cuando emprendes un viaje, tienes derecho a saber con quién. Y no hay cosa que más me joda que a medio camino se te apunten otros". Debo decir en mi descargo que con el Trosko comparto muchas más cervezas que opiniones.
Querido Trosko, casi nunca tienes razón, pero esta vez sí. Cuando uno firma un manifiesto tiene derecho a saber con quien lo firma, y sobretodo, que no será modificado después. No están escritas, pero son las reglas del juego. ¿preguntarán ahora a los quinientos anteriores si mantienen su firma despues del nuevo redactado? Y los que lo firmen a partir de ahora... ¿que garantía tienen de que no será después modificado por algún pequeño interés puntual?. Tiene razón el Trosko, no es de recibo.
(de pseudonimma)
Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.