Este blog está discontinuado

Hola. Este blog ya no se actualiza. Pero me pareció bien que todo este material siguiera estando ahí. Por si alguna vez alguien quiere leerlo, y por contribuir a la basura informática.
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4.5.07

Siguiendo con el concurso del logotipo del gobierno, resulta que el 16 de abril se publicó en el BOE la resolución del ministerio de administraciones públicas y no el de presidencia, ojo al dato, en la que se adoptaba un nuevo logo. Quién sabe si es que no les pareció en Moncloa suficientemente buena la propuesta (coherente con la imagen corporativa existente) y por ello se convoca el concursito. Tendría gracia que todo esto no fuera sino un tira y afloja interdepartamental. Y no sorprendería.
Lo mejor de todo, el anexo II, donde se especifican los datos técnicos para su aplicación en INTERNET, tema importante, donde se aclara el número de Pantone del amarillo huevo que hay que usar, Y SUS PORCENTAJES DE MAGENTA Y ALLO.
Ya sea para normalizar colores o convocar concursos, ¿¿¿no podrían antes de meter tanto la pata, asesorarse un pelín, que organismos expertos en diseño haylos en el organigrama y muy buenos, en lugar de dedicarlos a pagar dotaciones a los artesanos????

1.5.07


En un comentario a otro post le prometía a Flipatu argumentar por qué me parece acertado el diseño del nuevo plano del Metro de Madrid, que tanto revuelo ha suscitado. En la polémica acerca de si son muchos los 95.000 euros que se han pagado por él (a mí no me parece tanto…) y sobre la adjudicación del encargo no voy a entrar, que ya lo han hecho los periódicos de información general, que para eso estamos en pre-campaña y hay que buscar argumentos de acoso y derribo, los haya o no. Y no digo que en este caso no los haya, ni lo contrario. La polémica ha servido, otra vez, para mostrar con qué facilidad los medios de comunicación y asociaciones varias entran a valorar aspectos muy técnicos de nuestro trabajo, con escaso conocimiento y argumentos peregrinos.

Entrando en materia, debo decir que el tema de los planos de metro da muchísimo de sí. A quien quiera profundizar y disfrutar recomiendo mucho visitar el blog de Edu Moratinos donde hablaba de ello con lucidez y criterio, mucho antes de la polémica que ahora salta.

El eje central del debate técnico sería: ¿debe un plano/mapa de Metro reflejar la geografía real de la ciudad?.

El plano de Metro es susceptible de ser utilizado como plano de la ciudad, y si se corresponde con distancias y ubicaciones reales, orienta también sobre las alternativas entre estaciones para acudir a un mismo sitio, e incluso permite intuir, según la extensión, el tiempo de recorrido. Bien está, convengamos que es la mejor solución para redes de metro de tamaño pequeño y mediano. Pero, ¿qué sucede cuando las redes son grandes, y además crecen, en algunos casos como el del Madrid de las tuneladoras, de un modo desaforado?

Parece claro que uno de los mayores condicionantes de un plano de Metro es su tamaño, pues debe, con un número limitado de pliegues, supongamos uno en horizontal y tres posteriores, acabar en un formato de bolsillo. Con esta premisa llega un momento en que entra en cuestión la idoneidad de la representación geográfica real. Todos los planos de Metro de las grandes ciudades, en un momento u otro, llegan a esta disyuntiva. Valga como ejemplo el de la ciudad de Nueva York. Tiene la característica de haber retrocedido en la decisión. Si en el plano que magistralmente diseñara Massimo Vignelli en 1972 se optó por la esquematización y la renuncia al subyacente geográfico, el actual ha reculado y vuelve a ser real, y con ello caótico.

Veamos también el detalle de la zona centro en el que nos ocupa, el de Madrid. Fijémonos en la estación de Chueca, a la que le corresponde una mínima protuberancia sobre la línea verde, que compite con un enorme y casi equidistante bolillo, que en realidad es la estación de Gran Vía. Lo mismo sucede con la estación de Sevilla, con el agravante de que en este caso el inicio de la palabra, que intuitivamente identificamos como el lugar a señalar, está sensiblemente más cerca del bolillo que de la pequeña muesca roja que le corresponde. Estoy en la certeza de que más de uno ha errado en la interpretación de un código que no está establecido, y ha acabado en Gran Vía cuando quería ir a parar a alguna de las estaciones mencionadas. Es un problema de eficacia comunicacional, porque está basado en la comparación entre las opciones, cuando la realidad es que nuestro sistema de percepción es selectivo e intencionadamente elude la información periférica para concentrarse en la puntual, sin establecer esa comparativa imprescindible para interpretarlo correctamente.

Por ello, amigo Flipatu, yo estoy a favor de este nuevo plano, el único que conozco que ha renunciado a las diagonales, y ha sido fuertemente criticado por ello, eludiendo radicalmente a la realidad geográfica y no solo a medias como sucede en el de Barcelona o Londres; ¿era ya el momento de tan drástica decisión? Yo creo que sí.

Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.