Este blog está discontinuado

Hola. Este blog ya no se actualiza. Pero me pareció bien que todo este material siguiera estando ahí. Por si alguna vez alguien quiere leerlo, y por contribuir a la basura informática.
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24.2.04

Los aspirantes

Alguna vez he oído (más en BCN que en MAD) quejarse a los jóvenes de ese "tapón" que suponen los "popes" y que dificulta el acceso al trozo dulce del pastel... pues, ¡ea!; en el análisis, prefiero discrepar (o matizar, cuando menos...).
Los popes son pocos, no más de diez en cada una de esas plazas, y ni siquiera tantos juntando todos los del resto del estado... y tienen su mercado muy vinculado a la firma o diseño de autor, con presencia preferente en la res publica. No, la amenaza no son los popes. Sobretodo porque están perfectamente identificados, son pocos y su actividad tiende a remitir (ley de vida). Y al margen, hay que agradecerles que marcan el listón por la parte alta, en calidad y precio, y eso beneficia a todos. La verdadera amenaza son los aspirantes a pope, una pequeña facción de la "generación intermedia" empeñada en subir al carro de los maestros, así sea a codazos o pisotones si el fregao lo pide en cada caso.
Una no es tan suicida (que yo también vivo de esto...) como para citar nombres, pero nadie ha de molestarse si la descripción viene por las actitudes, y si alguien se pica habrá que buscarle los ajos. Basta con estar atentos.

El stafista. Se le encuentra repetido siempre en los créditos, las fichas técnicas y los stafs. Omnipresente y polifacético donde los haya, suele llevar el nombre de su estudio y firmar con su nombre todo lo que de su casa sale, lo haya hecho quien lo haya hecho. Eso sí, si con los años alguno de sus anónimos tapados decide emprender vuelo en solitario, bien se encargará nuestro stafista de extender la sospecha de traición en el colectivo y enmerdarle la existencia en la medida que pueda.
Muchas veces, tanto le pierde el figurar al stafista que alcanzará el ridículo en extensas fichas técnicas en las que ocupará uno y otro y otro más cargos, algunos incompatibles (recuerdo uno que por error, en la euforia figurante, llegó a ponerse como ayudante de sí mismo...). Es especialmente doloso cuando extiende sus malas artes en los proyectos de paternidad compartida, en los que acabará siempre por parecer que todo lo hace él, o lo que es peor, que los demás son sólo comparsas de su liderazgo y responsabilidad. No hace mucho me sorprendió un caso de manual y estridente: se trataba de una gran exposición en el Reina, en los créditos iba por delante el diseño de catálogo que el diseño de la exposición (que evidentemente, por simple relación de causa-efecto, cuando no por envergadura proyectual, debería figurar en orden inverso). Pero no contento, al llegar al diseño de la exposición, iba también el diseño gráfico (logotipito y cartelas, supongo) por delante del diseño expositivo, con lo que el auténtico diseñador – concretamente Pedro G.R., ese que llaman el Boss, y que por cierto, lo había bordao y para mí es de los esenciales– quedaba casi como becario del stafista.

...el del libro. Este es otro ejemplar que, lejos del peligro de extinción, parece que prolifera. Como reza el dicho: plantar un árbol, montar en globo... y que te hagan un libro. Y no me refiero a esos librillos de "autopromo", objetitos de culto como los que de siempre se edita Pati (que son para la envidia cochina de bien hechos que están) o los de Isidro, no menos de culto y siempre con historia añadida. A los que me refiero es a esos otros en que el boato, la nata y sobretodo la guinda -no olvidar nunca la guinda-, los canapés en la presentación, la inversión y la dificultad gráfica y de manipulado son inmensamente proporcionales al nulo interés de su contenido. Y es entonces, al encontrar otra vez un libro de estos, cuando nos acordamos de todo lo que está sin editarse de los maestros (Huguet, G.Miracle, Diego Lara, Daniel Gil, Pla Narbona...), todo tan esencial e imprescindible, frente a la grandilocuencia con que se edita lo anecdótico. Tengo un par de estos librejos siempre cerca, para que me sirvan de recordación y disuasorio si un día tengo la tentación...

Los niños yunteros. Tomo la denominación prestada, que no es mía, de alguien que la usó en la imprescindible e impagable lista de correo de AEPD (más info: administracion@aepd.es). Supongo que lo de niños es cariñoso, y lo de yunteros se refiere a la condición de pertenencia a la junta directiva de alguna asociación. Vaya por delante mi admiración y respeto por todos los que desinteresadamente, de modo altruista, quitándoselo de su tiempo para la familia o la juerga, se dejan horas y esfuerzos en el cultivo de la flor asociacionista. No es a ellos. Pero hay también otros yunteros, que es a los que me refiero. Por las vías más peregrinas acceden a las juntas e incluso a las presidencias, y una vez instalados, simplemente trepan. Porque estar en una junta directiva da acceso a información antes y mejor, y ahí ya depende de cómo uno decida si la usa y cómo la usa.
Me cuentan la fábula reciente de que un presidente de asociación local entre Galicia y Cantabria, a instancia de los socios protestó formalmente por la manifiestamente desastrosa forma de convocarse un cierto concurso... que quedó desconvocado, siendo asignado el encargo por la vía directa... ¡a ese presidente! (por cierto, que ya lo echaron...).
Y en esta misma línea, habrá que hablar de los yunteros fantasmas: son los yunteros que simplemente hacen abstracción de sus funciones, no asistiendo a las juntas. Alguien dirá que para qué entonces ser yuntero. Pues por la estadística: es sabido que hay una costumbre en los ministerios y determinadas administraciones (es, como decía, pura estadística, no hago juicio de valor) en encargar sus trabajos de diseño a los yunteros. Podría ser que así quieran premiar a quienes desinteresadamente trabajan por el colectivo; hasta tendría su parte de romanticismo mal entendido. Pero también podría ser que el diseño va por un lado y la oficialidad por otro, de tal manera que acaba por crearse un endogámico grupo selecto formado por funcionarios y políticos, periodistas de género, activistas, comisarios y jurados habituales, yunteros y presidentes de asociaciones... y en su incestuoso modo de entender(se) acabaría por resultar que estar en las juntas de las asociaciones es una vía dulce por la que acceder al encargo, a ese determinado tipo de encargo.
No hace mucho dos de estos yunteros quisieron hacerse por la tremenda con la asociación de más representación fuera de Catalunya. Ni cortos ni perezosos, montaron una candidatura, que rellenaron con nombres de algunos que ni siquiera eran socios (ya se asociarían en caso de ganar, como se ha visto, puesto que ni ganaron ni se han asociado). Ante el desproposito y la impugnación a su candidatura (que de facto, les obligaba a retirarla para no hacer mayor el escándalo) al calor del berrinche y en el más puro estilo del anuncio de Escatergoris, se han montado un quiosco clientelar, que se les enfría por semanas. Se llama "Asociación de Estudiantes de Diseño de Madrid".

En fin: stafistas, libreros y yunteros. De momento es suficiente como primera entrega del análisis de fauna y flora. Quizá haya más. Permanezcan atentos...
(de Pseudonimma)

1.2.04

los Príncipe Felipe

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio ha concedido los Premios Príncipe Felipe a la Excelencia Empresarial. Estos Premios que se entregan en nueve categorías (aunque la de energías renovables y eficiencia energética quedó desierta) incluyen entre ellas una, la que nos ocupa, la de Diseño.
Este Premio tiene varias ventajas. Por un lado, su convocatoria nos da (aún más, si cabe) la razón a quienes venimos defendiendo que hay que replantearse la idoneidad del premio nacional de diseño a una empresa. Más que nada por aquello de la redundancia. Si a ello se le añade que unos (los Principe Felipe) y otros (los Nacionales de Diseño) serán convocados en sus próxima edición por el mismo ministerio y posiblemente dependan de la misma secretaría e incluso puede que del mismo departamento (o al menos hay que esperar que el papel del Ddi vaya a ser fundamental en ambos), cabe la posibilidad de que a alguien se le encienda la bombilla de la sensatez y se plantee que existiendo uno no tiene sentido el otro.
Por otra parte, el hecho de que sean honoríficos ahonda también en la idea de que este tipo de premios a empresas deben serlo así, mientras que los que se conceden a profesionales, ya sean bailarines, acróbatas, poetas o cocineros, todos –hasta los cuarentaitrés que hay– se acompañan de una dotación económica; a excepción, por motivos que siguen sin ser explicados, del que se otorga a los diseña�dores (“...esos premios que tienen dotación sólo para sí mismos”, que dijera Juli Capella).
Pero si saco a colación esto es porque este año se ha hecho un paréntesis para que el Premio de Diseño a la excelencia empresarial (que por inercia se suelen llevar fabricantes de producto, lo mismito que sucede en el nacional) se le diera a una empresa vinculada no sólo al diseño industrial sino también al gráfico, en el entendido que la señalización y la implementación de identidad visual conforman el espacio confluente de ambas disciplinas. Así, la magnífica noticia de que el Premio Principe de Asturias a la Excelencia Empresarial, en el apartado de Diseño, ha sido este año para SIGNES, más allá de la satisfacción que a algunos nos produce, se manifiesta como el reconocimiento a un modo de entender la cultura del diseño muy por encima del metro cuadrado o lineal de perfiles, luminosos o lonas. O lo que es lo mismo, se incide de un modo directo en destacar que la eficacia empresarial no siempre es sólo producción, facturación y resultados, sino que puede también ser cuando menos compatible con el compromiso, la cultura, el fomento de iniciativas propias y el respaldo a las ajenas en una actitud militante de defensa de la actividad del diseño. En el caso que nos ocupa, además, ello se hace de un modo especialmente enérgico con todo aquello que tenga que ver con el apoyo a los futuros diseñadores y la presencia del diseño como inquietante de la inteligencia en nuestra sociedad. Así, el reconocimiento es la consecuencia�� lógica de un modo de hacer distinto, mejor. Y para no poner ni quitar, como sucede a veces lo mejor de estos premios es la justificación redactada del Jurado, a saber: “por su significativo aporte creativo y la calidad de sus productos y servicios ofrecidos en su dilatada y singular trayectoria; porque han convertido su empresa en una herramienta fundamental para la eficiente evolución del diseño gráfico en el mercado y por su permanente, generoso y valiente apoyo a las nuevas generaciones de diseñadores”.
Alguien se preguntará cómo es posible que le haya de llegar a SIGNES de la mano de los genéricos Príncipe de Asturias en lugar del específico, que sería el Premio Nacional de Diseño; efectivamente, la cicatería y entreguismo de uno de los organizadores (el BCD) y las prácticas fraudulentas del otro (Ministerio) han desvirtuado los premios nacionales hasta ese extremo. Hoy, para SIGNES, a la coherencia de ni siquiera entrar en la oscura terna año tras año renunciando así de antemano a la posibilidad del Premio, se le suma el que sea otro Jurado, otro Premio, otro Ministerio el que le dé la razón.

Y ya que hablamos de Premios, se han convocado con retraso evidente los Nacionales de Diseño. Finalmente, y por la cosa de las partidas presupuestarias esta edición se convoca desde el ministerio de educación y ciencia (anda que no chirría...) aunque con toda la carga de provisionalidad, a la espera de su traslado en la siguiente convocatoria al de Industria, y más concretamente en el feudo del Ddi. Siendo así, por aquello de que la eventualidad es también un eximente, habrá que ser comedidos en la crítica, y bien estará que sirva de transici��ón entre las trampas flagrantes de la edición anterior (con la connivencia del BCD, que ahí siguen los mismos sin dar explicación alguna, que al menos los politiquillos implicados han llevado en el castigo la penitencia, y son ya historia por el trueque de poder), y el renovado Premio que nos cabe esperar a los ilusos cuando recale en forma y fondo en una entidad tan libre de sospecha como lo es el Ddi .
Pero algo debiéramos aprender de una vez: indefectiblemente, cuando surgen voces discordantes o críticas (recuérdese, desde aquella recogida de firmas en apoyo a Daniel Gil hasta el Talgo como animal de compañía del pasado año) el BCD convoca a las asociaciones y plataformas varias a reuniones para que se redacten propuestas y sugerencias... e indefectiblemente a estas reuniones nunca asiste representante alguno del ministerio, siendo precisamente el organizador consorte quien hace las veces de tamiz e intérprete (y algunos pensamos que de censor también)... es la famosa estrategia del cortafuegos, y que año tras año, escándalo tras escándalo, tan buenos resultados les está reportando. Pero esto no puede durar eternamente, si el Ddi quiere de verdad darle la vuelta a estos Premios deberá dejar de lado esa interlocución, que ya no resulta creíble, arremangarse y bajar a la arena del debate constructivo.
(de Pseudonimma)
Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.