Este blog está discontinuado

Hola. Este blog ya no se actualiza. Pero me pareció bien que todo este material siguiera estando ahí. Por si alguna vez alguien quiere leerlo, y por contribuir a la basura informática.
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28.10.10

"...is dead"... y ahora, ¿qué?

Esa tendría que ser la pregunta: y ahora, ¿qué?. Pues poco va a cambiar. El Ddi se ha mantenido bastante al margen del diseño real, del colectivo. Nunca ha apostado por ningún proyecto que no fuese propio. Aunque a veces hemos podido ver su logo en algunas actividades, su apoyo ha sido testimonial casi siempre, con cantidades simbólicas.
Como ya he mencionado en alguna ocasión, propuestas y realidades ambiciosas como el Congreso Internacional de Tipografía, que en su última edición, la octava, tenía un programa de más de 60 actividades, que es sin duda el evento de habla hispana más importante sobre tipografía en el mundo, no ha podido crecer en estos ocho años por falta de apoyo, y sigue limitado a medio millar de asistentes cuando podría haber multiplicado por cinco su tamaño de haber tenido un espacio y medios para ello. Lo menciono porque es el caso más sangrante, pero hay decenas de ejemplos: cualquier iniciativa ha de dimensionarse a la baja, al ámbito local, porque así lo exigen los apoyos institucionales, que son locales.
Tampoco ninguna asociación ni elemento de representación del colectivo ha contado con un apoyo estable del Ddi a su estructura, a su actividad. Es algo impensable en cualquier otro colectivo. De hecho, las distintas asociaciones han tenido que buscar el apoyo en los gobiernos autonómicos o los grandes ayuntamientos, lo que en la práctica se ha traducido en una fragmentación absurda: Nuestro país esta lleno de pequeñas asociaciones locales y autonómicas de diseñadores, y no existe un proyecto fuerte a nivel del Estado. Es cierto que desde el Ddi se les ha animado siempre a configurarse en una federación que nunca ha funcionado. Y no ha funcionado porque esa propuesta del Ddi nunca iba acompañada del dinero necesario para ello. Y la precariedad con la que las asociaciones locales trabajan no ha permitido nunca que despegara.
Lo que va a pasar ahora es lo que lleva pasando desde hace muchos años: si alguien quiere emprender una iniciativa relativa al diseño, tiene que hacerlo a nivel autonómico si espera algo de apoyo. No pasa en la artesanía, no pasa en la arquitectura, no pasa en la tecnología... pero sí en el diseño. La distancia que ha mantenido el Ddi con respecto al sector ha devenido en una dispersión y una fragmentación que nos hace débiles, anecdóticos.
Por si ello fuera poco, el Ddi ha sido modelo para los Centros de Diseño oficiales que han ido apareciendo como setas por toda la geografía, con iniciativas de perfil bajo y escaso criterio, que pueden tener su sentido en el restringido ámbito territorial, pero cuya eficacia es nula cuando de lo que se trata es de dotar de identidad el diseño español.
El legado es nulo. El Ddi, en lugar de potenciar al colectivo para que se mostrara fuerte y emprendiera acciones comunes, ha preferido siempre ocupar ese espacio y acometer en primera persona las iniciativas que debían afrontar los diseñadores a través de sus estructuras, eso sí, como sucede en cualquier sector o colectivo, con un apoyo institucional que no echaremos de menos porque apenas existió. Ahora que lo defenestran los esfuerzos hechos desaparecen, y lo que nos encontramos es un páramo desolador.
El Ddi se ocupó de regalar diseño a las PYMES, y se obsesionó con su protagonismo. Y eso no lo hizo mal, precisamente las críticas estos días están viniendo más por la desaparición de la "marca" Ddi que por lo que nos pueda pasar a los que nos dedicamos a esto.
Lo dicho, partimos de cero. Yo personalmente, iría a llamar a la puerta de Cultura... ¿alguien más se viene?

27.10.10

"Ddi is dead". Con nocturnidad y alevosía, de mala fe

Hemos sido unos ingenuos. Cuando en el BOE hace unos meses leímos que el Ddi se integraba en la empresa nacional de innovación ENISA, nos lo creímos. Era una noticia de esas que no se sabe si son buenas o malas.
A algunos nos llamó la atención que la noticia no apareciera en la web de ENISA. En la del Ddi, una escueta nota de menos de cien palabras. Pero en nuestra ingenuidad, no le dimos importancia. Al fin y al cabo, lo atríbuimos a la desidia con que trabajan la comunicación en muchos organismos públicos.
En todo este tiempo, la única comunicación oficial fue un mensaje en el que decían "nos trasladamos". Bueno, algo que se traslada es que existe. Unos días después, notificaron los cambios de email. Donde antes eran "ddi.es" a partir de entonces iba a ser "enisa.es". Eso debía haber hecho saltar las alarmas. Pero bueno, a veces se opta por unificar y no mantener dos marcas. Volvimos a ser ingenuos.
Hay que decir que algunos –yo lo hice– íbamos preguntando de manera informal a los que trabajaban en el Ddi. Ellos no sabían nada. O no nos dijeron lo que supieran.
El otro día a Oscar Mariné le dieron el Premio Nacional (¡enhorabuena, Óscar!). Se lo daba el Ddi, y el Ministerio de Innovación, que fueron quienes lo convocaron. Era una buena señal... pero no: setenta y dos horas después desaparecía la web del Ddi. Unos días despúes, también el perfil en Facebook. Sin una explicación, sin una despedida. Como el Ministerio de la Verdad de Orwell, se están tomando muchas molestias para que parezca que el Ddi nunca existió.
Visto con perspectiva en el tiempo, nos han robado la cartera. Si abiertamente hubieran desmantelado el Ddi quizá hubieramos sido beligerantes (o no). Hubiéramos podido opinar. O pedir explicaciones. Pero lo han hecho muy bien, una envolvente en toda regla. La absorción/fusión, como he dicho, no era una buena noticia ni mala tampoco, simplemente era mentira. Qué torticeros.
Buscando el lado positivo, partimos desde cero. Podremos dirigirnos a otros organismos, departamentos e instituciones y no podrán decirnos aquello de "vete al Ddi, que son los que se ocupan del diseño". Quizá alguien vea el hueco que queda y tome el testigo, ya sea en Innovación, en Cultura, en Economía o incluso en Industria. Quizá emprenda una estrategia nueva y mejor.
O quizá nada de esto suceda. En cualquier caso, quedémonos con estos nombres: Estela Gallego Valdueza y Enrique Gómez Espinar. Los que hicieron todo lo posible para que el Ddi no hubiera existido. Orwell se sentiría orgulloso.

13.10.10

líbranos de los amigos, que de los enemigos ya nos encargamos nosotros


Leo con desazón este "publirreportaje" en toda regla sobre el crowdsourcing. La desazón viene por la web en que se halla: la del Centro de Diseño de Castilla-La Mancha. O lo que es lo mismo, escrito está por quienes han de promocionar y defender el diseño, con dinero público para más señas.
He escrito intencionadamente desazón, ni estupor ni sorpresa. En primer lugar, porque no es la primera vez que denotan los burócratas del diseño una nula sensibilidad por aquello que han de defender. En segundo, porque dentro de la estrategia equivocada para la promoción del diseño que nuestros poderes auspician –ya saben, como herramienta para las empresas y no como cultura y bienestar para los ciudadanos– podría incluso deducirse que el texto es adecuado: si los diseñadores precarizan su actividad las empresas ganan. Aunque evidentemente algunos podamos pensar que "ese" diseño ni nos hará más competitivos, ni innovadores, ni exportadores.
De todo el texto, lo que me subleva más es esta afirmación: "que cada diseñador juzgue si le merece la pena dedicar parte de su tiempo a estas propuestas". Con ella, aparentemente adoptan una postura aséptica o equidistante frente al fenómeno. Es inaceptable. Por las mismas, alguien podría argumentar que también los inmigrantes ilegales que trabajan recogiendo fresa en Huelva o clavel en el Maresme a 12 euros la jornada, lo hacen porque juzgan que les merece la pena pena dedicar parte de su tiempo a ello.
No tiene mucho sentido darle más vueltas, pero es bueno saber quiénes son "nuestros amigos" y a qué dedican el dinero que el Estado destina a la supuesta promoción del diseño. A mantener webs en las que aparecen cosas como ésta.
Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.