[al lector: este blog no es sobre edición, y por tanto esto no debía estar aquí. Es una pataleta. Sáltatela si quieres]. Cuídame de mis amigos, que de mis enemigos ya me defiendo yo. El libro no necesita amigos. Tengo pendiente entrar de lleno en esa nueva y extraña ley del libro y las bibliotecas. Mientras, sólo algunos apuntes a vuelapluma.
1. Los editores estaremos obligados a imprimir el precio en la cuarta de cubierta, supongo. Y dicen que eso es bueno para el mercado del libro. Lo es para la frenética edición de los best-sellers... ¿qué sucederá con los libros de largo recorrido, que son mayoría? Ningún otro producto es intervenido hasta el punto de obligarse a un precio ad aeternum, no quiero pensar cómo podremos dentro de diez años mantener el precio de lo que estamos editando hoy, y pagar el porte, el almacenaje... al final, la descatalogación es la solución: eso que tanto gusta a las grandes editoriales y que mata a las pequeñas.
2. El libro no podrá ser obsequio promocional como hoy sucede. El que quiera leer, que pague. Libros como objeto de lujo, sólo para ricos. Demasiadas veces la defensa del libro es agresión al lector. Los que compran un periódico por el libro que se regala con él, no son lectores, son llenadores de estanterías. El lector elige lo que lee, no lee lo que es gratis. Pero si hay libros en las estanterías de las casas, estaremos más cerca de que los que viven en ellas empiecen a leer... y después, querrán elegir lo que leen.
3. El canon contra el préstamo en las bibliotecas, que ni van a pagar los lectores, ni saldrá del presupuesto para adquisición de las bibliotecas... es esa teoría del dinero-chicle, que parece que nadie lo pone y tanto gusta a los políticos, ya sea para que los ricos tengan más niños o para desfomentar la lectura.
4. El precio único, con la salvedad del libro de texto [decir libro de texto es como decir agua mojada]... que es precisamente donde la competencia desleal y el dumping es más real. En cualquier mercado la competencia es garantía para el consumidor. La defensa de la lectura, en cambio, pasa siempre por putear al que lee.
5. Lo que de verdad está matando la edición es almacenar y mover libros. Hubo un tiempo en que mandar un libro o revista era casi gratis. Hoy, las tarifas de correos para la cultura son una anécdota, y por la relación calidad-precio casi todos están optando por la mensajería privada. Pobre del editor o distribuidor a quien un librero le pida un libro.
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