


Ordenar los libros
No tengo ordenados, metódicamente, quiero decir, los libros. No son suficientes como para que resulte imprescindible. Junto a algunos criterios espaciales y de preferencias y uso, ese aparente caos implica dedicar unos minutos cada vez que buscas alguno, que lejos de ser una pérdida de tiempo, es un placer y depara sorpresas y satisfacciones. Navegar por la estantería es como hacerlo por la red, buscas algo pero el camino hasta el encuentro es a veces mejor que el resultado.
Hace unos años en una conversación con Ramón Castillo, me proponía una alternativa: ordenar los libros por colores. Aducía dos motivos: uno meramente decorativo, porque los libros visten las paredes y esa es su función durante prácticamente toda su existencia. Pero argumentaba también una cuestión de orden "funcional"
. Los que tenemos memoria cromática y visual, o lo que es lo mismo, no la tenemos ni para las palabras ni para los números, recordamos mejor el aspecto de las cosas que su nombre y otras referencias.Por fin me he animado al ejercicio. De momento es satisfactorio, en la función y en la forma. Dejo unas fotos como constancia. (pulsar en la imagen para ver más grande).