crónicas de pseudonimma

Premios DELTA y piñaterías de diseño


Los Premios Delta que otorga el ADI-FAD, son a los diseñadores de producto lo que los Laus a los diseñadores gráficos. Anda deliciosamente revuelto el patio desde que se supo esta semana que el Delta este año es para una prótesis dental. Dejo aquí el enlace a la noticia en El País, para quien quiera ampliar la información, y donde he leído que "se trata de un dispositivo para el desplazamiento de los dientes automático e inteligente, que reproduce de forma biomimética las articulaciones humanas, con lo que acorta el tiempo de tratamiento, evita las extracciones y ejerce una fuerza mínima y fisiológica sobre los delicados tejidos de la boca". Y además, apenas se ve, frente a la alternativa de las sonrisas de alambre que tanto acomplejan a los adolescentes.
Otros hay que con más conocimiento dirán si es merecido, oportuno, procedente el premio. Yo me quedo con la pólemica: Aunque sea por lo bajini o en comentarios anónimos, es una llamada de atención que algunos diseñadores -arquitectos, seguro que son arquitectos- se hayan puesto dignos cuestionando si premios como éste no son un menosprecio a la actividad, trivializar la excelencia del trabajo de los diseñadores. Acaso no sea lo que les molesta el mensaje subyacente: cuestionar que la excelencia puede estar más allá del lujo, de la lámpara o el grifo o el sillón.
Y por lo que nos toca a los gráficos, deberíamos tomar nota. Bien estaría que alguna vez los Laus se decantaran por la señalización de un urinario, por un billete de transporte público, o por la lista de precios de un café. Porque al final, ese es el diseño que llega a la gente, el que les acompaña y les hace la vida más interesante, más cómoda. El que incide directamente en su felicidad. Sí, como una prótesis dental, no se me podría ocurrir un ejemplo mejor.