A veces no hay que callar. Somos unos cuantos los periodistas especializados en comunicación, muchos nos conocemos desde hace un montón de años, otros más jóvenes se incorporan a esta profesión y nos hacen ser mejores. Por lo general, hay buen rollo entre nosotros. Respeto y fair play, y al tiempo somos conscientes, no es incompatible, de que la competencia entre los medios para los que trabajamos no deja de ser competencia nuestra.
Como en todos los colectivos, hay quien desmerece. Mis colegas con una exquisitez que les honra llevan aguantando sin decir –ni escribir– nada sobre este mezquino y acomplejado aspirante a periodista (si algo es imprescindible en un periodista es su capacidad para escribir de modo aceptable; no es el caso).
Rara es la semana que no utiliza el editorial de su e-panfleto, no puede llamársele medio, para insultar y menospreciar el trabajo del resto de periodistas. Para él sólo su medio y su extraño modo de hacer son válidos. A falta de mejores argumentos, el modo de convencer es cuestionar el trabajo de los demás a través del desprecio y del insulto. Y a fuerza de querer sentar cátedra y decir lo que los demás deben hacer, pensar o escribir, resulta cansino. Su actitud y su persona son ridículas, provocan lástima más que enojo. Esta semana Pichafrita ha rebasado la línea. Que quienes nos dedicamos a esto hayamos preferido hasta ahora ese "no hacer aprecio" como respuesta a sus salidas de tono, a sus mentiras, a sus insultos, creo que habla bien de esta profesión. Pero ha llegado el momento de saber quien es Pichafrita. De desenmascar como actúa este repartidor de lecciones éticas hacia los demás redactores. De demostrar que este no-periodista es un farsante. Pero antes, veamos unas pinceladas del personaje.
Piedrahita, el misógino
No tengo constancia del problema que puedas arrastrar, Pichafrita, en tu relación con las mujeres. ¿Te asusta trabajar con hombres? Este adalid del nuevo marketing sólo acepta mujeres para trabajar en su ciberhoja parroquial.
Resulta vergonzante que en pleno siglo veintiuno quede aun quien pueda redactar así sus ofertas de empleo: "necesitamos aquí de las mejores redactoras en publicidad, marketing, medios, comunicación. Si te gusta la libertad para informar como te enseñaron en la facultad de periodismo y luego no te dejaron poner en práctica, si crees en el futuro del online, blogs, proyectos web 2.0, vídeos, redes sociales para una nueva era informativa, si conoces este sector, te apasiona de verdad, te encanta redactar, hablas inglés (y/o alemán, francés), eres organizada y disciplinada y vives en Madrid ciudad, ¿por qué no nos escribes y te presentas? Buscamos redactoras para ampliar este proyecto". Cuesta hacer valoraciones. Más allá de la discriminación sexista –que bien podría ser incluso denunciable y punible– la desfachatez del redactado denota una lejanía de la realidad, la que acompaña siempre a este friki. Y como pequeña muestra de su problema, hay muchos más ejemplos, este editorial, en el que califica a las trabajadoras del stand de su competencia en un evento como "dos azafatas de piernas largas y cerebro corto"... literatura pura, vamos.
De Piedrahita a Pichafrita... el pirómano
Escribe mal, es zafio, quienes le conocen le rehuyen por los pasillos por no aguantarle. Sistemáticamente, desprecia e insulta a los medios con los que compite y las personas que en ellos trabajan. "Periodistas de peluche", "compañeros comprados", "pobres becarios", "estilo besugo", o "publicaciones vendidas del género roba tiempos" son sólo algunas perlas de entre las que suele utilizar para describirnos en sus editoriales. No es importante, se descalifica por sí mismo y no consta que el insulto al adversario sea un valor de credibilidad. Pero hubo un momento en que esa obsesión rebasó lo aceptable.

"Recibimos hoy lunes este sorprendente video de lectores indignados, quemando en plena calle, ante sus oficinas y atónitos viandantes, la revista de publicidad Anuncios. (...) Queda patente que el sector publicitario se levanta y sale de su inmovilismo para defender una nueva era en la que se demanda una actitud mas (sic) honesta ante los que quieren sequir (sic) con mas (sic) de lo mismo. La caida (sic) del establishment (a su cabeza la antaño prestigiosa revista Anuncios, ahora "devorada por la hoguera de su propia vanidad y prepotencia" en tiempos bien cambiados) está sucediendo ya. Lo que cambiará para mejor nuestra publicidad, nuestro sector, la actitud hacia el consumidor y entre los propios actores de un sector renovado y distinto. Quizás a primera vista no lo parezca, pero esto que leemos y vemos es una noticia llena de esperanza para todos! Reflexione y tome su decisión tras analizar lo que está pasando con esta publicación reaccionaria de la publicidad de una era del pasado, que nos ha llevado al desastre actual".
Es fácil deducir por qué desde entonces cada vez menos le llaman Piedrahita y se ha extendido el cariñoso mote de Pichafrita, el pirómano Pichafrita.
Hasta aquí el perfil del personaje, sus salidas de tono (sólo una mínima parte de ellas). Pero con todo esto había que convivir. Esta semana se ha dado un salto cualitativo. Que sus artículos nos parezcan memos, sus aires de grandeza ridículos, su obsesión por hablar de sí mismo empachador, no merecería este texto. Esta semana hemos descubierto un nuevo Pichafrita, esta semana hemos conocido a...
...Pichafrita, el ladrón
Cuando uno va dando lecciones de ética periodística, poniéndose de ejemplo y denostando la labor de los demás, hay que valer mucho –que no es el caso– y además tener bien cubierta la retaguardia. Porque si uno además es "trucho", más pronto que tarde acaba por saberse.

Eres un cáncer y una vergüenza para esta profesión. Se equivocó el bueno de Alzugaray cuando te bautizó como "frikiperiodista". No, tu no sabes lo que es el periodismo. Eres un friki, a secas. Un fraude.