
En Cataluña con más significación, pero también en el resto de España, hemos visto protestas acerca de los recortes que en cultura están produciéndose. Yo mismo he firmado algún que otro manifiesto y he participado en una campaña de imágenes para la protesta, que es como últimamente los diseñadores damos golpes en la mesa. Bien está.
Pero más allá, se hace necesaria una reflexión algo más profunda. Si se reduce el presupuesto de guarderías, protestan los padres. Si es el de sanidad, los enfermos, que somos todos. Pero tratándose de la cultura parecería que sólo han levantado la voz quienes se ven afectados directamente en su bolsillo, los "agentes" de la cultura. Ni los lectores, ni los espectadores, ni los que visitan exposiciones... debería preocuparnos, acaso la cultura haya acabado siendo un coto de clientelismo y quehaydelomíos que apenas importa fuera de sí misma.
Por otro lado, si se recorta en educación y en sanidad, en prestaciones sociales, en sueldos públicos, no parece que sea muy defendible ese "no a los recortes en cultura" sin más. Hecha la protesta, es importante que admitamos que los recortes han de producirse, y que se abra un debate serio acerca de cómo recortar, qué es lo esencial y qué lo menos imprescindible... y de eso, del debate, nada de nada. Bueno sí, este artículo de Oscar Guayabero y Claret Serrahima. No estoy de acuerdo en algunos aspectos de lo que proponen, pero eso no es importante. Ellos, al menos, proponen.