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13.7.11

el precio fijo ha muerto, ¡Viva el precio fijo!


Ando enfrascado en la lectura de una serie de artículos que sobre el precio fijo del libro aparecen en el último número de la revista Texturas. A falta de acabar de leerlos, me quedo con el certero análisis –y valiente, me consta que está levantando ampollas– de Julieta Lionetti, sugerente desde el enunciado, "De eso no se habla", hasta la sentencia final, que le he tomado prestada para titular este post.
No menos interesante es la propuesta de Manuel Gil, a quien se la tengo oída y bien argumentada: que el precio fijo lo sea hasta el punto de venta, sea éste librería de barrio, cadena o gran superficie, y a partir de ahí, libre hasta el comprador final.
Los argumentos a favor y en contra son muchos, y resistiré la tentación de añadir los míos; baste decir que no creo en el precio fijo. Pero hay una consideración que me parece oportuna. En lo leído se menciona a los libreros, a los editores, a los distribuidores, a los autores, incluso a las bibliotecas... pero sobre los lectores y la lectura , apenas alguna alusión de pasada. Me preocupa. Es de sentido común que debieran estar en el centro del debate. El precio fijo dicen que beneficia al librero, no perjudica a las cadenas, y quizá nos sea cómodo a los editores... pero tiene jodidos a los lectores. Los libros son caros. Y todo parece orquestado para que eso no cambie. El precio fijo es en realidad un pacto entre todos para que el libro siga siendo un lujo, para que no tenga segundo mercado, no es importante que se lean y se vendan muchos libros, sino mantener unos precios suficientes como para que todos pillen su trozo de pastel sin ceder una miga, a costa del lector.
No me gustan estos pactos. Me recuerda a lo que pasa en el mercado de la ropa: suelo comprar en rebajas pantalones, camisas, cinturones... pero no seré el único que se ha dado cuenta: no hay rebajas en la ropa interior. El libro, por obra y gracia del precio fijo, es como los gallumbos y las bragas. Y no me gusta.

4 comentarios:

David Soler dijo...

A los lectores no se les tiene en cuenta nunca... salvo cuando pasan por caja a pagar.
La propuesta de Manuel Gil está muy bien pero es de difícil aplicación y muy rara para un sistema económico basando en la ley de la oferta y la demanda. Si yo tengo una librería que vende mucho más que la de al lado por lógica le exigiré al editor que me haga un descuento por volumen, por pronto pago o por lo que sea que, además, tiene toda su lógica. No voy a pagar yo la ineficiencia del de al lado, no crees?
Además, muy bien fijemos el precio de venta al distribuidor o al punto de venta ¿que te dice que al final de año no habrá rappeles por cualquier variable? ¿no es eso "precio variable" en la práctica?

Alvaro dijo...

¿por qué nadie recurre al constitucional un precio fijo que sirve basicamente para garantizar que la cultura sea cara? Yo lo tengo claro: el librero tiene que trabajar con un 50%, como en la ropa. Compra en firme, sin devolución. El distribuidor que sea mero porteador, y ceda un pellizco. El editor que ceda también. Esto regularía la incontinencia editorial. Sobrevivirían los buenos libreros (menos y mejores). Y veríamos libros rebajados después del lanzamiento, outlets... Londres, seríamos Londres, jajaja!

Benito Olmo dijo...

Si los libros fueran más baratos se venderían más libros, pero como no lo són, tan solo se venden los de siempre. Poca gente va a arriesgar en comprar una obra de un autor desconocido. Y eso es muy peligroso, pq nos vamos a ver abocados a una literatura sin futuro. Un pais con cuatro o cinco escritores, y las editoriales grandes haciendo caja y tratándoles como estrellas del futbol.
http://milcosasquenotedije.blogspot.com/

Anónimo dijo...

el precio fijo es equitativo para todo el mundo, curiosamente, curiosamente en el negocio de librero se cierran mas librerias que se abren

Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.