Prohibido prohibir.
me ha tocado este mes de agosto ponerme al día al respecto de una entelequia acerca de la cual empezaremos a oir hablar con insistencia, sospecho: los derechos culturales. Coincidiendo con los diálogos que en el Fórum trataban el tema, y de la mano de la AECI, el admirado Chaves y mi señorito han comisariado para el fasto barcelonés (con itinerancia posterior) una exposición deliciosa de reflexiones gráficas de ilustradores y diseñadores sobre el tema. De la muestra concluyo que el asunto está difuso y que hay que concretar y debatir muchísimo, y al tiempo me demuestra también que esa ambigüedad (nebulosa, diría) ha resultado en unas soluciones gráficas mucho más interesantes que lo que acostumbramos a ver en convocatorias así, donde el tópico, lo recurrente y repetitivo suele ser dominante. Especialmente, sin desmerecer del resto, me quedo con propuestas como la de Rubén Fontana, la de Eric Olivares, la de Hoa Melgar, la de Lalo Quintana o la de Hermenegildo Sábat, que me reconcilian aunque sea por lo parcial con esta fiebre institucional de recurrir a los grafistas para este tipo de colectivas voluntariosas e irrelevantes, siendo sin embargo incapaces de incorporarlos (a los grafistas) a sus estrategias en el mundo real cuando afrontan este tipo de problemas.
Y ya más concretamente, algunos apuntes respecto a los derechos culturales: cuando le pregunto, por lo privado, a Chaves me cuenta con esa ironía genial suya que “el tema está muy verde y hay mucho por hacer, casi hay que empezar por explicarle a la gente que no se trata del derecho que supuestamente tendrían los artistas mediocres a recibir subvenciones y ayudas” (no es textual). Y no puedo evitar acordarme que, como ya hiciera en la CAM , al llegar a la alcaldía Gallardón ha eliminado de su mapa la concejalía de Cultura en favor de la de las Artes, con lo que Madrid ya es una ciudad y comunidad sin cultura, aunque eso sí, puestos están los mimbres para esa concepción tan cortesana, condescendiente y antojadiza del arte y de los artistas como interesados bufones de lo establecido que tanto gusta a Gallardón y a los suyos. Y por mi parte, yo sigo en mis trece: aunque la literatura pueda ser arte, la cultura está en la lectura.
Y más: mientras escribo esto hay dos periodistas retenidos por el islamismo extremo y con amenaza de ser ejecutados si no se deroga la reciente ley que prohibe cualquier simbolo externo de las religiones en las escuelas francesas. Y una no puede sino pensar en esos vientos sembrados, y recordar el fantástico cartel de Sábat para esa exposición: “prohibido prohibir”.
(de Pseudonimma)
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