No ha habido vuelta atrás. El concurso del logo del gobierno sigue su curso. Escama, y mucho, que haya habido más de un asociación que se ha ofrecido para intervenir en el entuerto, en lugar de intentar deshacerlo. O lo que es lo mismo: lloramos, pero se nos quitan los reparos si podemos estar en el ajo. Se va sabiendo quiénes han estado en el jurado, y sabremos que alguno firmó el documento-protesta conjunto de las asociaciones para luego agachar los principios cuando se les ofrece estar en la bicoca. Al tiempo.
Se nos acumulan los entuertos, no salimos del logo gubernamental para entrar en el de la candidatura olímpica, y parece que tenemos un naranjito en ciernes. Se convoca un extrañísimo concurso para el logo de la candidatura de Madrid 2016. en la convocatoria se amalgama la invitación a "que todos los ciudadanos, artistas o aficionados que tengan una idea que aportar, puedan enviar sus trabajos, diseños o dibujos" con una dotación de 30.000 euros, y en el más puro estilo Operación Triunfo, la selección se hará por votación popular, aunque luego un jurado elegirá sobre los finalistas; todo epatante para el discurso popular e insultante para los profesionales.
Esto por proximidad afecta más que a nadie a la asociación de los diseñadores de Madrid... ¿habrá toma de postura, o por contra, los favores debidos, mataderos y demás zarandajas, aconsejarán evitar cualquier reivindicación incómoda?. No tengo dudas.
Cada vez hay menos con las manos libres para decir lo que se piensa. Las asociaciones han llegado a un punto de connivencia que da pavor. Han pasado todas, unas más que otras, de la defensa del colectivo a la defensa de sí mismas y sus protas. La di MADrid (¿por qué me sonará tan italiano el denominativo, es desliz o intencionadísimo?) con los suyos, sin cuestionar ni un ápice todo lo que salga del espejo de lo que somos o de la casa gallarda.
La incoherencia y el arribismo están definitivamente instalados en el asociacionismo de esta profesión. Da vergüenza. Cada vaivén sin respuesta es un punto más de debilidad. No hicimos nada cuando trampearon los Premios Nacionales para dárselo a quien interesaba saltándose el veredicto del jurado, no hemos hecho nada en cada concurso denigrante que convocan, cada vez somos más débiles y ellos se hacen invulnerables.
6 comentarios:
Hola Álvaro.
¿Podrías extenderte un poco al respectode lo que cuentas de los Premios Nacionales del Diseño o remitirnos a algún lugar en el que se hable de ello? No hay sarcasmo, es interés verdadero. Por otra parte, está muy bien todo este rollo que nos tiramos de los derechos de autor, el mercantilismo de las asociaciones de diseño, las connivencias con el poder y demás. Estoy contigo en que todo huele a hongo. Pero después de una temporada en la que he visto hasta dónde llegaba mi relación con mis clientes más pudientes y fieles vivo un desengaño que me hace mirar mis actividades más que nunca como una actividad profesional de la que no pienso soltar nada si no hay pasta por en medio. Esto quiere decir que separo de manera muy estricta lo que es mi profesión y lo que es, llamemosle, creación artística, la cual sí que se puede englobar en todo este sistema de licencias copy left, CC, etc..
Seguramente tu ya habías establecido esta diferencia, pero no estaría mal una reflexión al respecto, ya que lo nuestro vive en una ambigüedad en la que siempre pillan los mismos, que curiosamente hace mucho tiempo que no cogen un lápiz.
P.D.: "Lo nuestro" no se refiere a nuestro romance imposible, sino a nuestras actividades como diseñadores.
Hola discrepante. Con respecto a los Premios Nacionales, te voy a hacer un regalo.
Esto, así, todavía no se ha escrito. Tú me lo preguntas, y yo te lo contesto. Pa' que veas que no te tengo manía ;-)
Ha pasado lo suficiente como para no tener que andarme con paños calientes.
El año que el jurado le dió el premio a CANAL+, hubo llamada durante la sesión de deliberación desde el ministerio. Fue R2D2 (Arturito, a la sazón director general, que en aquella época aún mandaba el pp; el ministro era ese que tiene cara de pederasta, ya sabes...), y les dijo que ni de coña, que Polanco no se llevaba el premio ni por asomo. Fue a la hora de comer, y aunque el jurado creía que ya había acabado, tuvo que seguir por la tarde. No hubo consenso, se tardó una semana en conocer quien había ganado. Los jurados volvieron a su casa, y recibieron una llamada instándoles a cambiar el veredicto. El ministerio estaba dispuesto a aceptar el Premio a Canal Plus, siempre que fuera compartido con Talgo, empresa pública que en esos días andaba con una regulación de empleo, y acababa de poner en la puta calle a un 20% de la plantilla...
Lo curioso es que los jurados recibieron esa llamada, en la que a todos les decían: "todos los demás jurados están de acuerdo, sólo faltas tú". Ya sé que suena a película cutre del vaquilla, en plan "eres el único que no ha confesado", pero es que fue así.
Toda la labor de mamporreo, o sea las llamadas, no las hizo el ministerio, sino el convocante consorte (becedé), que para eso se lo llevan.
Finalmente, se convirtió en un ex-aequo vergonzante.
Yo lo publiqué en Visual, no tan clarito como te lo cuento ahora, que el tema estaba muy caliente. Me llamaron del ministerio, una llamada sórdida, de uno que empezaba por Vi y acababa por cente, que me tuvo una hora al teléfono presionándome. Nunca he tenido tanto miedo por algo que haya escrito. Tú sabes que amigos hay que tener en el infierno, aunque tú me lo eches luego en cara. Yo los tengo, y llamé a uno, porque tenía miedo, en serio. Un par de días después me encontré con un jerifalte del ministerio, que se me acercó y me dijo: "tranquilo, no pasa nada, lo tuyo está arreglado".
Hala, ya lo sabes, querido anónimo. Para que luego digas que todo es compadreo y lo arreglamos dios y el diablo tomando cañitas. Pues no, a veces, nos cagamos en las bragas. Buen rollito.
"...pero no estaría mal una reflexión al respecto, ya que lo nuestro vive en una ambigüedad en la que siempre pillan los mismos, que curiosamente hace mucho tiempo que no cogen un lápiz".
Por partes: es evidente que cuando vendemos un diseño, hacemos cesión total o parcial de los derechos de reproducción, que dejan de ser nuestros... ¿siempre? No, siempre no. Está por ejemplo el caso sangrante del diseño de libros, a mi entender sometido a canon de copia privada (CD'S) y de reprografía. Es insultante que cobre el traductor y no el diseñador. Pero ni CEDRO ni VEGAP quieren ni oir hablar de ello... Hay nueva junta directiva de VEGAP, en la que hay diseñadores estrella, uno de ellos presidente también de una de las asociaciones (en lo que no deja de ser de una incompatibilidad flagrante e impresentable, que constituiría todo un escándalo si aquí nos escandalizáramos por algo; qué obsesión por la omnipresencia...). A ver si tienen güevos para coger ese toro por los cuernos... ya te digo yo que no.
Por otra parte, hay una parte de tu trabajo con derecho irrenunciable al canon. Porque tú haces cesión al contratante, pero no por ejemplo a medios de comunicación, editoriales, etc. en los que tus trabajos, los comerciales también, a veces salen reproducidos. Ellos pagan por ello, pero tú no ves ni un pavo, porque tu parte se la embolsa VEGAP, y sólo la reparte entre los que tragan con su alienante contrato: o lo que es lo mismo, cientos de miles generamos creaciones visuales que devengan ingresos, pero en el reparto entran sólo esos mil y pocos que son VEGAP.
Voy a tener que quitarme lo de "desde la discrepancia" ;-)
Y ahora que ha llovido bastante y podemos dejar de atrás las discrepancias toca valorar el resultado. Supongo que estaréis al día, pero por si acaso incluyo el enlace de una entrevista al ganador tras las acusaciones de plagio y a lo que se comenta al respecto desde Creatiu y desde el foro de Eh!Ratas.
La verdad es que confieso que me precipité a escribir mi anterior comentario antes de leer completamente las respuestas de Álvaro y he alucinado con lo de las llamadas. Estas cosas me ponen los pelos de punta, bueno pues: valor y al toro que si estas cosas pasan es por que afortunadamente hay quien está dispuesto a pasar malos ratos por no renunciar a sus principios.
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