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17.11.09


¿Por qué se empeñan en que leamos

en el panel de la cafetera?

Dentro de unos meses, o pocos años, nos reiremos de las vicisitudes que estamos pasando con respecto al libro electrónico.

Hubo un tiempo en que todas las páginas web tenían el fondo gris, y utilizaban la misma tipografía Courier. A nadie se le ocurrió decir que aquel era un formato estándar que había que imponer.

También hubo un tiempo en que además de discos de vinilo, usábamos para el coche y las fiestas en el campo los casetes, ya fueran comprados o grabados a partir del vinilo. O incluso “piratas” comprados en el rastro. No oí entonces a nadie decir que el casete era el futuro y acabaría con el vinilo. Hubo que esperar al CD-audio, con un estandar de calidad equivalente al vinilo, más estable, y con evidentes ventajas de versatilidad, las que ofrecía el casete, para arrinconar a los dos.

Nos han engañado, lo que manejamos no son libros electrónicos, sino textos volcados en un aparato con un software más rudimentario que el panel de una cafetera doméstica. Nadie nos ha explicado aun por qué esto es así.

Hubiera sido más honesto que nos hubieran hablado de dispensadores de texto, en lugar de e-book y e-reader. Aunque también sería más difícil de vender.

El libro electrónico es, de momento, la casete de aquellos años. Alguien pensó que no importaba perder calidad, placer de lectura, con tal de que pudiera leerse en el panel de la cafetera. Además, se pensó que la transformación desde el archivo que el editor tenía para el libro-papel debía ser barata, automatizada, simple… y no dudó en renunciar por ello a la calidad. Sí, un programita convierte el .pdf que se preparó para la imprenta en un e-libro, dando a un botón, sin hacer nada… aunque para ello renunciaremos a juegos tipográficos, a control ortotipográfico, a jerarquías de lectura, hemos vuelto a las primeras webs en Courier y fondo gris.

¿ Hacen falta maquetadores o diseñadores para editar libro electrónico? Para “este” libro electrónico, parece que no. Alguien pudo pensar que eso era un avance. Para los editores, que a menos coste menos reticencia, supongo. Y el siguiente paso fue: si el nuevo libro es un texto en word mal tirado… ¿para qué queremos editores? ¡Sean los autores quienes se autoediten!… esto me suena, la música ya ha pasado por ahí. Con una diferencia: los escritores no dan conciertos.

Se va a pagar cara la torpeza. Si mañana, y pasará, aparece en el mercado un tablet con pantalla de e-reader, todo lo que estamos haciendo carecerá de sentido. Todo vale para justificar lo que se está haciendo… “un .pdf es un formato pesado para un e-reader”… ¡Un .pdf de texto! Han hecho unos aparatos en que todo se ha ido para la pantalla. “El lector decide tamaño, tipo de letra, se hace su libro a medida”… ¡cielos! Estamos hablando de arte, de cultura, de placer… la gente no quiere pintar encima del Guernika, quiere disfrutarlo tal cual es.

De momento, a los diseñadores nos toca estar atentos. Todo apunta a que en poco tiempo esto va a cambiar mucho, y cualquier día nuestro cliente entrará por la puerta y nos dirá: “Vamos a hacer un e-libro, a ver como lo diseñas”. Y no nos puede pillar con el pie cambiado.

5 comentarios:

Àlvar Cuevas dijo...

Defiendes a capa y espada un formato (pdf) que la única virtud que tiene es su mismo defecto: la imposibilidad de modificar su contenido o apariencia; de echo es la misma limitación que tiene un libro en papel. Ya que la intención es mantener el contenido de los libros pero modernizando el continente, vamos a intentar evitar los errores del pasado: el tamaño de letra que a mi me parece mas cómodo no tiene por que ser el mismo que el del editor, o el de mi abuela.

Esos lectores que dices que muestran el contenido con fondo gris y fuente courier tienen limitaciones, por supuesto: el fondo ha de ser de un color parecido al papel reciblado, y solo se pueden mostrar 16 tonos de gris sobre él. En realidad un libro en papel no suele tener mas de esos tonos de gris y la utilización de cloro para blanquear el papel no es que sea santo de mi devoción... pero bueno, te lo acepto. Pero me tendrás que aceptar tu que la tipografia, tamaño, el corte de las palabras a fin de línea y en general cualquier aspecto visual del contenido puede ser modificado por el usuario: esto es, que pueda leer el libro como le parezca mas cómodo.

Pero es que incluso llegas a atreverte a decir que el software que los maneja es sencillo!. Intentas ridiculizarlo comparándolo con el de una cafetera... que en realidad tampoco es que sea algo que pueda programar cualquiera. Si le echas un vistazo al proyecto openinkpot podrás comprobar que es igual de complejo que el de cualquier computador personal; de echo, gran parte de él es el mismo desde el que te escribo estas líneas.

Y ya para acabar, me parece cínico que compares un libro con un cuadro. Aunque los dos sean obras de arte, cada cual tiene sus particularidades: en un cuadro la apariencia lo es todo, mientras que en una novela el contenido suele ser lo mas importante. Es cierto, Ende escribió con dos colores, pero por norma general es la máxima trasgresión que te puedas encontrar. Y si temes por las tipografías, los libros que puedes comprar en la libreria no muestran las ristras de carácteres mucho mejor que esos lectores que tanto odias: las editoriales no suelen usar TeX para maquetar sus volúmenes.

Definitivamente te doy la razón con que la técnica avanzará mucho en el campo de los lectores de ebooks, pero no obliguemos a que los nuevos formatos tengan que cumplir las limitaciones del pasado: primero rompamos las cadenas y despues mejoremos lo que surja.

Alvaro dijo...

Hola, Àlvar. No comartimos el mismo concepto de libro. Para mí lo que propones es "un texto", no un libro. Un pdf bien conformado permite ampliar y que sea líquido, que el texto se recorra, por lo que podrá seguirse eligiendo el cuerpo.
No creo, por ejemplo, que sea una audacia para minorías encontrar dos tipos de letra en la misma página. A veces sirve para distinguir opinión de información, para ampliar ésta a modo de anexos o pies de página... para eso no sirve epub.
Por último, cualquier pdf, puede convertirse en epub, el usuario mismo podrá hacerlo, perderá valores que unos lectores apreciamos y a otros les parecen superfluos... ¿podemos decir lo mismo a la inversa? No, porque si esos valores no existen en el epub, no aparecerán en el pdf.
Al final, la solución es que puedas elegir el formato que adquieres. Pero no está sucediendo, los libros que existen en pdf no son válidos porque están pensados para un tamaño de página equivocado.
En los libros de papel decimos "está bien editado o mal editado". Hay unos valores que acompañan al texto y forman parte de la calidad del resultado. ¿has leído poesía en epub?, a eso me refiero.

En fin, creo que los e-readers son espartanos, y dificultan la calidad formal. Pero eso se solucionará pronto. Y como en el papel, habrá libros electrónicos bien editados y mal diseñados. Decidirán los lectores. Afortunadamente.

Gracias por tu comentario.

Xènia Viladàs dijo...

Alvaro: a mi me parece que esto del diseño editorial electrónico, o como sea que lo vayamos a bautizar, es algo que tiene que llegar. y además me parece interesantísimo. ¡imagina que podamos recorrer una distancia similar a la que hay entre los primeros juegos de ordenador y los de hoy! podremos disfrutar de los libros, además de aprovechar bien el soporte. creo que es un nuevo campo de aplicación del diseño que va a dar mucho que hablar. de hecho, yo lo recomiendo como proyecto en algunos trabajos que estoy haciendo de consultoría. y estoy segura de no equivocarme.

Alvaro dijo...

Hola, Xenia. Tienes razón. una pregunta capciosa... ¿te quedaste con los derechos digitales y de print-on-demand de tu libro? ¿has cedido los del siguiente?
Yo aconsejaría a los autores que, de momento, no los cedan a no ser que exista compromiso por parte del editor de hacer algo con ellos. Bien gestionados por el autor, no entorpecen la venta en papel, al contrario, y le pueden generar visibilidad e ingresos.
A ver si nos vemos, es un tema apasionante

ot dijo...

Hola a todos. Tengo muchas dudas sobre la bondad del mal llamado "libro electrónico". Me encuentro en contacto con editoriales que apuestan por ello, y sus argumentos me dan bastante miedo porqué creo que al final lo único que buscan es bajar costes sin tener en cuenta al usuario y al libro en si.

Pienso que lo que nos venden (el e-reader) no es un libro, ni en el sentido clásico del término ni en ningún otro. El "libro electrónico", tal y como se plantea ahora mismo (con la movilidad del texto, cambio de tipo, etc), elimina años y años de mejora ortotipográfica, de evolución de la página hacia una mayor adecuación al lector, de evolución de la tipografia,... Decir que este tipo de "libro electrónico" es el sustituto de todo esto me parece una barbaridad.

El artículo me ha aportado nuevos argumentos para reafirmarme en ello.

Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.