De todo lo que ha pasado en el último año
la única consecuencia positiva que podría extraerse es que ya no hay
intocables, es decir, ya no vale como argumento decir eso de que “no, es que
eso no se puede hacer”. Nada había más sagrado en este país que los derechos de
los funcionarios… pues los tocaron. Tampoco nuestros pensionistas parecían estar
en zona de peligro, y ahí los tenemos, congelados, los pobres. Creímos que
educación y sanidad sería lo último en recortarse, y unos y otros han decidido
que era por ahí por donde había que empezar. Pero además teníamos un intocable
por excelencia: la Constitución. Dos semanas, en agosto sin debate y sin
preguntarnos si nos parece bien, eso es lo que han tardado, dos semanas…
Así las cosas, no voy a admitir que me
vengan con que la Ley de Costas es intocable, lo siento, pero no…
Sin profundizar mucho en los aspectos más
finos de la mencionada ley –eso que lo hagan los abogados y si es necesario se
retoca, que sabemos lo fácil que va a ser retocarlo todo a partir de ahora– su
objeto es “regular la determinación, protección, utilización y policía del dominio
publico marítimo terrestre, y especialmente de la rivera del mar”. Para ello, determina una “servidumbre de protección”, que es de
100 metros desde la orilla hacia el interior, 20 metros si se trata de suelo
urbano (sí, visto lo visto, a mí también me parece que mejor hubiera sido al
revés…).
En realidad no propongo una reforma
enorme ni sustancial, sólo hay que cambiar esas cifras, y allí donde dice que
son veinte metros o cien, cambiarlo por novecientos quilómetros. A ver, que
para eso nuestras señorías son unos flechas, sólo hay que ver cómo mientras
echábamos una siesta nos han cambiado otra ley para que los partidos pequeños
nuevos no puedan presentarse; sin que nos doliera, ni nos hemos enterado… Y con
ese cambio conseguiríamos que, por ejemplo, Peñaranda de Duero fuera a partir
de ahora parte de la playa de Sagunto.
Pudiendo aplicar la Ley de Costas a todo
el territorio, el siguiente paso es enajenar del concepto de propiedad todo el
suelo de nuestro país. Si, se puede, sin ir más lejos he leído que a un pobre
hombre, aplicando esta ley que es de 1988, le han expropiado el único molino de
mareas que existe en el País Vasco, construido en 1693 y habitado desde
entonces. Por lo que se ve era una construcción ilegal.
Pero no hay que alarmarse, porque esta
propuesta no afectaría a nuestras vidas. Bastaría con que la expropiación y por
tanto retirada del título de propiedad, fuera acompañada automáticamente de
otro título en que se nos reconociera el derecho de uso y disfrute por un
período, pongamos, de 70 años. Nuestra casa seguiría siendo nuestra casa, pero
no así el suelo sobre el que se construyó, y por tanto no podríamos especular
con ella. Porque aunque podamos venderla traspasando el usufructo del suelo, el
tiempo corre en contra de éste y con ello, no existe apenas revalorización. Esto tampoco es tan nuevo, que ya se está haciendo con éxito en los aparcamientos de residentes de algunas ciudades como Madrid.
Pero es que además de un plumazo nos
quitamos de encima el problema de las viviendas vacías, nadie va a querer
tenerlas para ver como cada día valen menos… del mismo modo, los bancos
sacarían al mercado todos esos edificios que acumulan en propiedad sin uso. Y
hasta es posible que se lo pensaran muy mucho antes de ejecutar una hipoteca
más, para quedarse con un inmueble que esta vez no lleva consigo la propiedad
del suelo, que es lo que de verdad se revalorizaba hasta ahora.
Todo esto traería una racionalización del
precio y sobre todo una estabilidad a medio plazo.
Con lo que nos obsesiona a los españoles
lo de la herencia que hay que dejar a los hijos, más de uno se estará
preguntando ¿y qué pasa con mi casa transcurrido el tiempo del usufructo?. No
sería mucho problema, los hijos o nietos de cualquiera de nosotros podrían, a
precio razonable, renovar a modo de alquiler ese derecho de uso, contribuyendo
así a financiar los ayuntamientos, que serían en realidad los propietarios del
suelo.
Sí, ya sé que es imposible. Como
imposible pensábamos que era cambiar la constitución en quince días, en el mes
de agosto.
1 comentario:
Me parece una idea interesante, que como todas las buenas ideas puede servir para generar más derivadas creativas...
Si en lugar de la ley de costas, cambias la ley del suelo, se pueden conseguir muchas cosas
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