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13.9.11

Economía para zotes (II). De cómo arreglábamos esta crisis sin tocar las pensiones, ni la Constitución, sin recortes sociales… en realidad sólo hay que ser valientes y cambiar la Ley de Costas



De todo lo que ha pasado en el último año la única consecuencia positiva que podría extraerse es que ya no hay intocables, es decir, ya no vale como argumento decir eso de que “no, es que eso no se puede hacer”. Nada había más sagrado en este país que los derechos de los funcionarios… pues los tocaron. Tampoco nuestros pensionistas parecían estar en zona de peligro, y ahí los tenemos, congelados, los pobres. Creímos que educación y sanidad sería lo último en recortarse, y unos y otros han decidido que era por ahí por donde había que empezar. Pero además teníamos un intocable por excelencia: la Constitución. Dos semanas, en agosto sin debate y sin preguntarnos si nos parece bien, eso es lo que han tardado, dos semanas…

Así las cosas, no voy a admitir que me vengan con que la Ley de Costas es intocable, lo siento, pero no…

Sin profundizar mucho en los aspectos más finos de la mencionada ley –eso que lo hagan los abogados y si es necesario se retoca, que sabemos lo fácil que va a ser retocarlo todo a partir de ahora– su objeto es “regular la determinación, protección, utilización y policía del dominio publico marítimo terrestre, y especialmente de la rivera del mar. Para ello, determina una “servidumbre de protección”, que es de 100 metros desde la orilla hacia el interior, 20 metros si se trata de suelo urbano (sí, visto lo visto, a mí también me parece que mejor hubiera sido al revés…).

En realidad no propongo una reforma enorme ni sustancial, sólo hay que cambiar esas cifras, y allí donde dice que son veinte metros o cien, cambiarlo por novecientos quilómetros. A ver, que para eso nuestras señorías son unos flechas, sólo hay que ver cómo mientras echábamos una siesta nos han cambiado otra ley para que los partidos pequeños nuevos no puedan presentarse; sin que nos doliera, ni nos hemos enterado… Y con ese cambio conseguiríamos que, por ejemplo, Peñaranda de Duero fuera a partir de ahora parte de la playa de Sagunto.

Pudiendo aplicar la Ley de Costas a todo el territorio, el siguiente paso es enajenar del concepto de propiedad todo el suelo de nuestro país. Si, se puede, sin ir más lejos he leído que a un pobre hombre, aplicando esta ley que es de 1988, le han expropiado el único molino de mareas que existe en el País Vasco, construido en 1693 y habitado desde entonces. Por lo que se ve era una construcción ilegal.

Pero no hay que alarmarse, porque esta propuesta no afectaría a nuestras vidas. Bastaría con que la expropiación y por tanto retirada del título de propiedad, fuera acompañada automáticamente de otro título en que se nos reconociera el derecho de uso y disfrute por un período, pongamos, de 70 años. Nuestra casa seguiría siendo nuestra casa, pero no así el suelo sobre el que se construyó, y por tanto no podríamos especular con ella. Porque aunque podamos venderla traspasando el usufructo del suelo, el tiempo corre en contra de éste y con ello, no existe apenas revalorización. Esto tampoco es tan nuevo, que ya se está haciendo con éxito en los aparcamientos de residentes de algunas ciudades como Madrid.

Pero es que además de un plumazo nos quitamos de encima el problema de las viviendas vacías, nadie va a querer tenerlas para ver como cada día valen menos… del mismo modo, los bancos sacarían al mercado todos esos edificios que acumulan en propiedad sin uso. Y hasta es posible que se lo pensaran muy mucho antes de ejecutar una hipoteca más, para quedarse con un inmueble que esta vez no lleva consigo la propiedad del suelo, que es lo que de verdad se revalorizaba hasta ahora.

Todo esto traería una racionalización del precio y sobre todo una estabilidad a medio plazo.

Con lo que nos obsesiona a los españoles lo de la herencia que hay que dejar a los hijos, más de uno se estará preguntando ¿y qué pasa con mi casa transcurrido el tiempo del usufructo?. No sería mucho problema, los hijos o nietos de cualquiera de nosotros podrían, a precio razonable, renovar a modo de alquiler ese derecho de uso, contribuyendo así a financiar los ayuntamientos, que serían en realidad los propietarios del suelo.

Sí, ya sé que es imposible. Como imposible pensábamos que era cambiar la constitución en quince días, en el mes de agosto.



1 comentario:

Jorge Juan dijo...

Me parece una idea interesante, que como todas las buenas ideas puede servir para generar más derivadas creativas...
Si en lugar de la ley de costas, cambias la ley del suelo, se pueden conseguir muchas cosas

Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.