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Hola. Este blog ya no se actualiza. Pero me pareció bien que todo este material siguiera estando ahí. Por si alguna vez alguien quiere leerlo, y por contribuir a la basura informática.
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25.2.10

entra y vótame otra vez, Sam

A todos nos está pasando. Amigos, conocidos, contactos en redes sociales que nos piden que les votemos en algún concursete que acontece en la red. Sirve para programas de televisión, concursos de diseño o de lo que sea, y la cosa se ha extendido hasta el punto de que incluso algunas becas y ayudas a la creación empiezan a otorgarse por tan peregrino sistema.
Poco importa que la manipulación sea facilísima. Las IP son fácilmente falseables, e incluso cuando se exige confirmación por email... ¿qué me impide crear las 400 cuentas que me permite mi contrato con ARSYS, y que evidentemente no uso, destruirlas y crear otras cuatrocientas, y así hasta conseguir romper la banca?.
No gana el mejor, sino el que tenga más amigos, o el que sea más cansino.
Detrás está siempre una pastelera forma de conseguir tráfico. Un tráfico de escasa calidad, hay que decir. Yo creo que esto no es lo que los usuarios esperamos de las marcas, los anunciantes o los entes cualesquiera que nos pretenden.
Abundan los ejemplos, desde el Chiquilicuatre al gualtrapas que, aupado por la votación popular, llegó y reventó el otro día la gala de eurovisión (un campeón, récord en Youtube y subastando entrevistas para la telebasura; eso sí es marketing del bueno). O el concurso de Yodona que hubo que anular el año pasado en el festival de Publicidad de San Sebastián, o el de postales del cdec... Se ha demostrado que el sistema no es válido. Pero es lo de menos. Los organizadores desprecian el esfuerzo de la gente, que ofrecen como sacrificio al dios tráfico, que es lo que se mide.
Acabo de votar el corto de unos amigos en un prestigioso festival del género. Me exigen votar cinco cortos, entre una lista enorme. Hombre, mis amigos son mis amigos y me he visto su corto, pero no son tan amigos como para dedicar un par de días a verme el festival entero. He hecho lo que todo el mundo: votar el suyo y otros cuatro más, los que me parecía que tenían títulos cachondos. Evidentemente, mis cuatro votos aleatorios no hacen sino distorsionar el resultado. Como sospecho que todos hacemos lo mismo, al final lo importante es que el título sea cachondo.
Creo que es la última vez, lo siento por los que en el futuro me dirijan ese "vótame otra vez". Pero mientras votemos por hacerle un favorcete a un colega, seguiremos alimentando el despropósito.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Tienes toda la razón - y esto lo dice el que le pidió el voto.
El sistema es perverso, el trafico no es cualificado, etc.
Pero creo que no es maldad, es ignorancia. Todavía estamos todos, algunos un poco más adelante y otros más atrás, experimentando con estos nuevos medios. Mi visión personal es "no atribuyas a la maldad lo que es fácilmente explicable con la estupidez¨

Alvaro dijo...

gracias, Ezequiel. No era necesario que te "retrataras". En cualquier caso el corto es grande. Y gracias también por la frase de la maldad y la estupidez, creo que me voy a hacer un póster con ella.

Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.