A finales de la semana
pasada supimos que habían embargado los enseres de un colegio, con los
niños dentro, por su deuda con la Seguridad Social. Hoy la prensa dice
que han sido devueltos (los enseres) y que el colegio vuelve a la
normalidad. Puede leerse aquí la noticia de El Mundo, similar en todos los medios, que deja sin aclarar muchas cuestiones.
¿El embargo había sido precipitado o no reunía los requisitos legales? Siendo así, quiere decir que posiblemente se hagan otros embargos así, pero como no salen en los medios, los afectados están indefensos. Eso produce miedo.
Quizá el embargo era procedente. Entonces hay que preguntarse cómo se deja sin efecto en un fin de semana. ¿Basta una llamada de teléfono de alguien para que algo tan serio, avalado por una decisión judicial, quede en papel mojado? Eso también produce miedo.
No sabemos porque no lo dicen quien decide que el embargo queda en suspenso. Pero parece que es una buena idea. Demuestra la cintura de quien haya tomado la decisión y tenía la capacidad (o habría que llamarlo poder) para pasar por encima del juez, del ministro de al lado y del sursum corda, y resolver el asunto de viernes a lunes. Eso genera confianza, aunque debería generar miedo. Porque si esta vez puede parecernos bien, no quita para que los mismos mecanismos sean utilizados para cualquier otro fin. Porque en realidad, lo que generaría confianza sería que existieran los resortes necesarios, los mecanismos para que ese embargo no se hubiera producido. Pero el objetivo no es la confianza, sino el miedo. Ahora ya sabemos que pueden quitarle la silla a los niños cuando estén sentados en ella. Y frente a eso, sólo ellos (¿quiénes? eso es lo peor, que no sabemos exactamente quienes son) pueden resolvernos el problema. Si quieren.
¿El embargo había sido precipitado o no reunía los requisitos legales? Siendo así, quiere decir que posiblemente se hagan otros embargos así, pero como no salen en los medios, los afectados están indefensos. Eso produce miedo.
Quizá el embargo era procedente. Entonces hay que preguntarse cómo se deja sin efecto en un fin de semana. ¿Basta una llamada de teléfono de alguien para que algo tan serio, avalado por una decisión judicial, quede en papel mojado? Eso también produce miedo.
No sabemos porque no lo dicen quien decide que el embargo queda en suspenso. Pero parece que es una buena idea. Demuestra la cintura de quien haya tomado la decisión y tenía la capacidad (o habría que llamarlo poder) para pasar por encima del juez, del ministro de al lado y del sursum corda, y resolver el asunto de viernes a lunes. Eso genera confianza, aunque debería generar miedo. Porque si esta vez puede parecernos bien, no quita para que los mismos mecanismos sean utilizados para cualquier otro fin. Porque en realidad, lo que generaría confianza sería que existieran los resortes necesarios, los mecanismos para que ese embargo no se hubiera producido. Pero el objetivo no es la confianza, sino el miedo. Ahora ya sabemos que pueden quitarle la silla a los niños cuando estén sentados en ella. Y frente a eso, sólo ellos (¿quiénes? eso es lo peor, que no sabemos exactamente quienes son) pueden resolvernos el problema. Si quieren.
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