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7.2.12

A la cultura no se la mata, basta con dejarla morir

No dejo fuera ni a los grandes ayuntamientos, ni a las comunidades autónomas, ni al gobierno central. Como si de una consigna se tratara, todos están actuando igual.
La estrategia consiste en no decir ni que sí ni que no. Cualquier acontecimiento relacionado con la cultura necesita meses de preparación, contactar y convencer a quienes desde fuera han de aportar contenidos, prever servicios externos... desde las distintas administraciones lo que se está haciendo en infinidad de casos es retrasar y retrasar la decisión sobre si se podrá contar o no con presupuesto. Los organizadores de festivales, encuentros, ciclos, jornadas, exposiciones, van estirando su entusiasmo en condiciones precarias a la espera de la noticia: que no habrá recorte o este será pequeño. Los políticos entretanto, dando largas, sin comprometerse pero sin decir que no. Al final las fechas se echan encima, y el organizador optará por lanzarse a la piscina sin saber si hay agua, con lo que posiblemente se arruine, o decidirá suspender. El político habrá conseguido su objetivo, recortar sin tener que mover un dedo.
Por esta vía estamos viendo caer festivales de cine y teatro, encuentros de artistas, jornadas de debate cultural, exposiciones, y un sinfín de actividades que formaban parte de eso que llamamos la agenda cultural.

Las revistas culturales en las bibliotecas no iban a ser menos

Cito textualmente al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, en la sesión del Congreso de la semana pasada, en el turno de réplica a una intervención del diputado Chesús Yuste:

"Este es un problema jurídico, no es un problema material o sustantivo y primero tenemos que intentar resolverlo jurídicamente. ¿Cuál es el problema jurídico? Pues que la forma en que se estaba realizando este apoyo directo a las revistas culturales a través de compra en bloque vulneraba posiblementela Ley Generalde Subvenciones y se había recibido en el ministerio una advertencia en este sentido por parte del Tribunal de Cuentas. ¿Qué estamos haciendo? Estamos buscando una fórmula de encaje legal, en cooperación con comunidades autónomas y ayuntamientos, porque a nosotros también nos parecería un drama que desaparecieran las revistas culturales, y por nuestra parte vamos a hacer lo necesario para evitarlo"

Me consta que es cierto, lo del problema jurídico y el toque que el Tribunal de Cuentas les ha dado. Pero estas subvenciones vienen produciéndose con idéntica forma de financiación desde hace veinte años. Lo lógico si existe un problema jurídico es arreglarlo, y si ese problema se remonta a veinte años atrás no viene ya de unos meses. Habrá que modificar lo que sea menester para cumplir con lo que el Tribunal de Cuentas exija. Eso sería lo lógico. Pero aquí se ha hecho al revés: de momento echamos el cerrojo, y vemos si en el entretiempo –que si damos con la fórmula, que si no– se nos queda el enfermo por el camino. Y así, no nos cuesta.
Hasta estoy dispuesto a decir que me creo las palabras del ministro. Que de verdad están trabajando en ello. Que a él también le parece un drama que desaparezcan las revistas culturales y que no lo dice porque es lo que tiene que decir... incluso aunque sea verdad, señor ministro, y dentro de un tiempo, vuelvan a existir las suscripiciones a las revistas culturales en las bibliotecas públicas, es importante saber que durante este tiempo que las bibliotecas no recibirán sus ejemplares, sucederán cosas. Porque la cultura, con dinero o sin él, no se ha parado nunca. Durante el tiempo que ustedes están tardando, las bibliotecas han visto interrumpidas sus suscripciones a revistas culturales. Lo que no consiguieron dos guerras, una dictadura, otras crisis, lo están consiguiendo ustedes por un quítame ahí unas páginas con el Tribunal de Cuentas.
Si ustedes no se dan prisa por encontrar una solución inmediata, dentro de unos años, señor ministro, en las colecciones existirá un vacío correspondiente a 2012, un hueco en las estanterías de nuestras bibliotecas. Y muy posiblemente, los bibliotecarios y los lectores de este país le pongan un nombre: el paréntesis de Wert. Usted podrá decir que no tiene la culpa. Porque usted no está matando ese trocito de la cultura. Simplemente, lo está dejando morir.









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Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.