Este blog está discontinuado

Hola. Este blog ya no se actualiza. Pero me pareció bien que todo este material siguiera estando ahí. Por si alguna vez alguien quiere leerlo, y por contribuir a la basura informática.
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7.7.12

El comentario de Alfonso

Se está escribiendo mucho esta semana sobre el crowdsourcing. El debate está abierto, y se están diciendo muchas tonterías, y otras que no lo son tanto. Al respecto, lo más sensato que he leído ha sido un comentario a este post del señor Carpintier (¿ves, Rodolfo? cuando citamos algo, sobre todo si vamos a descalificarlo, es bueno enlazarlo, no pasa nada. Estamos en el siglo XXI, tú ya has dicho que mi problema es que no entiendo este siglo, pero cabe esperar que para ser quien decide quien lo entiende o deja de entenderlo, demuestres entenderlo tú antes).
El señor Carpentier escribió ese post para hablar sobre el que yo había escrito antes aquí, que además aparece publicado en el último número de la revista Visual.
Insisto en que el comentario mencionado es muy esclarecedor. De su autor sólo sé que se llama Alfonso. Y que escribe y argumenta bien. Tan bien que merece la pena reproducirlo íntegro:
(actualizado: veo que el mismo comentario Alfonso lo ha publicado también en la entrada anterior de este blog)

Alfonso dijo

Cuatro apuntes:
Una cosa es un profesional y otra un aspirante. En estos concursos participan mayormente los segundos, ya que el profesional se gana la vida con ello, y en estos concursos quien se gana la vida es el que intermedia, el que pone el cebo para que entren centenares de propuestas y quedarse con la comisión correspondiente al pago. Por tanto, los clientes pagan bajos precios por trabajos no profesionales.
Ahora bien, el cliente que aspira a entrar a competir en el mercado acaba pagando dos veces. Yo ya he arreglado un par de trabajos adquiridos por este método, y a precio profesional. O sea, que he cobrado cuatro veces lo que se ha pagado por los logotipos en el concurso por convertirlos en elementos gráficos aplicables a un uso de comunicación de marca en el mundo real. Haciendo lo que he podido con los auténticos truños que los señores clientes han tenido a bien seleccionar. Dicho de otra manera, el cliente se tiene que ir haciendo a la idea que tras un encargo de este tipo suele venir emparejado otro muy común en nuestro oficio: un REDISEÑO. Con la particularidad de que suele hacerse necesario en un plazo muy breve desde el concurso.
Otro hecho es que debido a la condición de aspirantes que ostentan en su inmensa mayoría los participantes en estas convocatorias nos solemos encontrar con que la mayor parte de lo que en ellas se ofrece son imitaciones de tal estilo o tal otro, siguiendo las corrientes del momento; en el supuesto de que no sean plagios directos, que, como apunta Álvaro, sería la salida más rentable para aquellos que necesiten presentarse a la mayor cantidad posible para obtener unos mínimos ingresos. Por tanto, que se olviden los clientes si creen que en un concurso de esta categoría van a encontrar una solución rompedora, o van a crear tendencia de alguna clase, ya que lo que se presenta está habitualmente más visto que el tebeo, como decía mi abuela, y en la inmensa mayoría de los casos mal digerido y regurgitado.
En último lugar diré que en mis visitas a las exposiciones de las convocatorias de estas páginas no he visto NI UNA SOLA PROPUESTA que valiera más de lo que se ofrecía como premio. Así que aunque los no seleccionados no vean un duro por su dedicación, tampoco creo que el cliente haya salido ganando dinero. Si algún beneficio le veo por ambas partes es no tener que haberse visto las jetas respectivamente, aspecto profesional que cada día me resulta más desagradable, sobre todo con los pijos ejecutivos que se creen cerebros con patas y también con esos empresarios "hechos a si mismos" que de todo creen tener opinión y no son más que unos patanes; al menos en lo que a comunicación gráfica respecta. Y para nuestra desgracia son legión.
Buenas tardes y gracias por escuchar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mi este de Kike también tiene su miga.

"Si de verdad desea debate, Sr. Carpintier, un primer paso sería no descalificar la posición contraria antes de iniciar la conversación. Por ejemplo, es posible que algunos conozcamos e incluso apoyemos el crowdsourcing desde antes de que usted oyera la palabra. Sólo es posible. El problema aquí es malversar un concepto válido para resolver problemas complejos, desarrollar proyectos colectivos, o distribuir tareas muy extensas, como es el verdadero crowdsourcing, y montar en su lugar una plataforma de trabajo especulativo en torno al diseño con la que, además, el intermediario se lucra. Ya que le parece inadecuado "criticar sin entender", le animo a que consulte los argumentos contra los concursos en http://www.no-spec.com/ , ya que la postura ahí expresada es la que apoyan las mayores asociaciones de diseñadores del mundo, incluyendo ICSID/IDA, la americana AIGA, la europea ICOGRADA y numerosas asociaciones nacionales. Esta defensa de la dignidad profesional no está capitaneada, como demagógicamente insinúa, por "agencias de prestigio". En España, la profesión del diseño está formada mayoritariamente por microempresas en su mayoría unipersonales. Estos pequeños empresarios son los principales perjudicados, no por el insignificante trozo de pastel que puedan ustedes arañar, sino por la incultura y la banalización que promueven en su plataforma. Y esto sucedería en cualquier otra actividad profesional, no sólo con el diseño. Es muy fácil imaginar qué pensaríamos si se hiciera lo mismo con abogados, médicos, cocineros… Si la justificación que Usted encuentra adecuada es "hay que hacer cosas injustas para ser competitivos" y ello incluye, por ejemplo, contratar mano de obra infantil o sin derechos civiles en países del tercer mundo, creo que estará todo dicho. Pero espero que no sea eso lo que ha querido expresar en su post. Soy emprendedor hace más de 20 años. Trabajo en Internet desde hace más de 15, y he apoyado muchas start-ups, incubadoras y otras plataformas de emprendedores. No necesito que me expliquen ninguno de los neologismos que ustedes emplean. Si necesitan un modelo de empresa similar pero respetuoso con los valores profesionales (eso es lo que yo entiendo por meritocracia, y no los concursos de miss universo) pueden por ejemplo ver http://www.madvenue.com/ y muchos otros. Creo, modestamente, que están ustedes a tiempo de analizar la situación provocada y rectificar. Seguro que el proyecto se vería beneficiado y sus inversores lo apreciarían".

Alfonso dijo...

Gracias, Álvaro. Está claro que el frente del concursismo como medio de vida se viene ampliando paralelamente a la infantilización de nuestra profesión y la caída de las limitaciones de comunicación y las fronteras económicas. Así, lo que hace no muchos años era una profesión especializada, con su complejidad técnica e intelectual y su lenguaje en contacto con un entorno cultural determinado, se ve hoy como un hobby competitivo, en el que participan alegremente gentes de todos los continentes conectados por sistemas ADSL y fagocitando en buffet libre el legado gráfico universal, accesible vía menú de búsqueda. Una jovial comunidad de jugadores online del intrusismo que están socavando el ya de por si precario sector del diseño gráfico en nuestro país. No olvidemos que la desregulación y el buscavidismo están instalados en la profesión desde hace tiempo, y parece que esto viene a precarizar aún más las condiciones en que tenemos que desarrollar nuestra actividad.
La tendencia es similar a los derroteros que ha tomado el mundo de la música popular, donde se han creado dos divisiones muy marcadas: la, llamémosla, "División de Honor" donde los que obtienen mayor renombre cobran lo que quieren (hoy en día sufriendo en sus propias carnes los rigores de unas arcas públicas esquilmadas) y los, llamémosles, "Currantes", que cobran lo que los contratantes quieren pagarles.
A mi entender, muy mal va la cosa por ahí.
Un saludo y gracias por leer.

Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.